Debido a que hay muchos estudios (01,02) que han demostrado que la avena puede ofrecer mejoras en los lípidos en sangre (colesterol y trigliceridos). Este estudio clínico (03) tuvo como objetivo de evaluar sus efectos en el hígado graso y de ciertos marcadores sanguíneos pertenecientes a un grupo de personas obesas.

Y al cabo de 12 semanas, se pudo ver mejoras en los  niveles del colesterol, una pérdida de peso considerable, como también una detección significativa  del avance del hígado graso. En aquel grupo que agregó 80gr (en seco) de avena integral (rica en fibra) a su dieta de forma diaria a su dieta.

Sin embargo, el grupo que recibió un placebo, no experimentó dichos beneficios.

Por otro lado, la avena también pudo ayudar a detener la actividad de la transaminasa de alanina (enzima hepatica). Ya que su actividad elevada y crónica esta relacionada con trastornos hepáticos, con la patogénesis del síndrome metabólico, con la diabetes tipo 2, como también con las enfermedades cardiovascular.

Parece ser que sus fibras solubles (beta-glucano), pueden formar una especie de capa viscosa en el intestino delgado. La cual puede ayudar a detener, en cierta medida, la absorción del colesterol dietético como también los ácidos biliares secundarios, (liquido rico en colesterol, que se libera hacia dicho órgano para metabolizar la grasa dietética).

Logrando de esa manera reducir los niveles del colesterol y de lípidos en  sangre y los que se encuentran en el hígado.